Hola, amigas. Hace tiempo que no me dejo caer por aquí . Vale, ya sé que nadie se había dado cuen... pero ya me encargo yo de recalcarlo, que hoy me siento espléndida.
Últimamente RataParda se ha apoderado del blog del que un día renegó y desde que descubrió la pólvora ahora postea compulsivamente. Además, está en plan mosca cojonera coñera y aprovecha cualquier ocasión para arremeter contra mi persona y amenazarme con sacar a relucir mi lado ogggcuro si no obedezco sus órdenes, mayormente referidas éstas al ámbito de la limpieza doméstica. El otro día me dijo "te has convertido en una novia Hommer; o cambias y actualizas, o lo cuento todo". Se me puso pelopollo y un calorfrío (palabro -antes conocido como escalofrío- que una señora entrevistada por España Directo se sacó de la manga) recorrió mi ser... así que aquí me hallo, dispuesta entreteneros con un par de historias que realmente sucedieron en distintos puntos de la geografía española en momentos cronológicos diferentes pero entre las cuales, sin duda, existen paralelismos.
Esta mañana, trabajando y sin saber cómo, mi compañero de trabajo ha sacado a relucir en nuestra conversación al - hasta entonces desconocido para mí - Cipote de Archidona. Quizás alguien pueda preguntarse cómo este tipo de conversación puede surgir en horario laboral entre un hombre de cincuenta y tantos años (él) y una señorita de veintitantos (yo). No me extraña, yo también me lo preguntaría; pero es que entre Jota y yo hay una gran conexión; tan pronto hacemos una quiniela a medias, que hablamos de cómo se pone un cocido, que me cuenta anécdotas de su infancia en los campamentos de Falange, que me cuenta su pasado como soldador cual Alex Owens (sin bigote) etc., etc., etc.,... me he dado cuenta de que prefiero trabajar con hombres y, especialmente, con él. El caso es que al sacarme a relucir susodicho cipote en no sé qué conversación, yo pensaba que se estaba quedando conmigo.
Yo. ¿Me estás vacilando, verdad, Jota?.
Él. Que no, que no. ¿en serio no has oído nunca hablar de El Cipote...?
Yo. Pues no... ¿quién es Archidona?
Él. Ya verás, pon El cipote... en el google.
Yo. ¡Qué dices, y una mierda...!... que luego estas cosas se quedan en el servidor y se van a pensar que soy hetero me van a preguntar qué hago yo buscando guarreridas españolas mientras he de estar currando. Venga, cuéntame de qué va... ¡vamos, escupe!.
Él. Tú búscalo y si te dicen algo dices que he sido yo, que mi tía es de Archidona.
Yo. ¿Seguro?.
Él. Seguro... si hasta Cela escribió un libro de ello... anda que no fue sonado aquello...
Total, que no le ha costado mucho convencerme. Me meto el google y comienzo a leer el resumen del libro que Cela escribió acerca de este insólito suceso y que dice así:
Corría el año 1971. España languidecía en el sopor de su otoño patriarcal. De pronto, estalló una bomba : un obrero agrícola de Archidona (Málaga) sembró el pánico en el cine del pueblo durante un espectáculo flamenco. Según el acta de la causa seguida contra el valiente muchacho de 24 años, quedó probado que el día 31 de octubre de 1971, en el cine Archidona, durante la presencia de un espectáculo de cante flamenco, la procesada masturbó a su novio, el procesado, teniendo éste el órgano viril fuera del pantalón, lo que motivó que salpicara de semen a los también espectadores (. . . ) y su esposa (. . . ) [sentados dos filas más atrás], causando desperfectos en sus ropas, pericialmente valorados en 3.500 ptas. y 1.600ptas. respectivamente. ¡Bendito sea Dios Todopoderoso, que nos permite la contemporaneidad con estos cipotes preconciliares y sus riadas y aun cataratas fluyentes ! Amén. ¡Viva España ! ¡Cuán grandes son los países en los que carajos son procesados por causa de siniestro !, exclama el académico Camilo José Cela y, con él, miles de personas que siguieron a través de la prensa las consecuencias de tan asombroso atentado a la moral pública y a las buenas costumbres. En homenaje a tan insólita y gloriosa hazaña, Camilo José Cela preparó la edición de estos documentos que constan de su propia correspondencia con el también académico Alfonso canales, del acta del juicio, y de una selección de cartas, poemas y dibujos enviados espontáneamente a Cela por algunas y algunos españoles enardecidos por tan admirable muestra de hombría hispánica.
Pues ya véis, nunca me acuesto sin saber una cosa nueva. Seguramente nunca una "pajilla" fue tan sonada... ni siquiera las archiconocidas "pajillas" de Torrente. Y es que me dice Jota que "antiguamente - refiriéndose a sus años mozos - eso era normal en el cine"... y que la última fila era conocida como "la fila de los mancos". Tras hacerse un silencio, tengo razones para creer que me estaba hablando desde su experiencia de la vida.
Aquí os dejo parte de la correspondencia entre Camilo José Cela y Alfonso Canales, donde se relatan cosas como "... presentaron justificantes de los daños y perjuicios... una señora, de lo más granado de la sociedad archidonense, presentó la cuenta de la peluquería donde, al siguiente día, hubo de hacerse lavar el cabello (el Fiscal no acaba de explicarse cómo pudo pasar la noche sin un lavado casero de urgencia)".
Y, a continuación, este relato estremecedor, que no escatológico, de Florecilla1965 (imágenes cedidas por Calíope ©) ... ¿no os resulta familiar?.
Si esgggggque...
tod@s tenemos un pasado. Eso sí, a mi me pasa ésto y os juro por el blog que me falta tiempo para llegar a mi casa y lavarme de arriba a abajo.