Imaginé una almeja, sí, una almeja que me hablaba; era educada y me decía que sólo faltaba que ahora los políticos se metieren con ellas, un colectivo que nunca había dado problemas. Que detrás de ésto seguro que andaba la mano de Ana Botella que, cómo no había tenido bastante con las peras y manzanas, ahora iba a por el pescado... y eso ellas, muy dignas, no lo iban a permitir.
Estuvimos charlando un buen rato, como dos buenas amigas detodalavida y me recalcó que iban a exigir una rectificación de esas palabras que tanto les habían disgustado o, de lo contrario, irían a la huelga... ¡faltaría más!.
Yo pensé para mis adentros: ¿y qué pasará ahora cuándo pidamos una ración de almejas a la marinera?... el camarero dirá: lo siento, están de huelga, puedo ponerle una de callos a la marinera. Ya veo al Arguiñano sustituyendo las almejas de sus platos por caracoles camperos... madre mía, será el fin...
Por favor, señores políticos, dejen al margen la gastronomía española, tan famosa en el mundo. No ataquen a nuestros productos, porque habrán de saber...que SÍ tienen sensibilidad... por Dios, cómo dudarlo, y de las almejas, menos... sabré yo de lo que hablo.